Lima, Peru. Ahora que algunas sociedades han superado los picos de la crisis del coronavirus y comienza el regreso al mundo exterior, los redactores de la revista digital Citylab han pedido a sus lectores que dibujen el mundo al que aspiran volver y se han encontrado con que la gente dibuja su calle, su parque, una ciudad de espacios públicos, preexistente o soñada, en la que parecen poco importar los edificios, incluido el interior de la propia vivienda.
Rescatando las ideas higienistas que llevaron a propuestas como la de la Ciudad-Jardín de Howard hace 120 años, la cual malinterpretada en las décadas siguientes se tradujo en los suburbios y ciudades satélite de viviendas aisladas y chalets adosados que tanto han criticado los urbanistas de los últimos 50 años, se ha planteado en los últimos meses una vuelta al campo. Tal como en el pasado, es probable que solo unos pocos puedan darse ese lujo, manteniendo sus ingresos y el estándar de vida urbano. En Londres han estimado en estos días que cerca de un 3% de la población se mudará a los suburbios o ciudades pequeñas luego de esta crisis.
La solución para ofrecer más espacios públicos a un porcentaje mayor de población puede estar entonces en medidas de corto plazo, que no requieran grandes recursos y centradas en la pequeña escala cercana a la vivienda: El urbanismo táctico. Una estrategia muy difundida en las décadas recientes, que apunta a acciones puntuales, más comunitarias que metropolitanas, que se orientan a generar espacio público rápidamente.
No es una idea nueva. Por ejemplo, Nueva York emprendió hace unos años, bajo este enfoque, la transformación de tramos de Broadway y otras vías en zonas peatonales, plazas o áreas de descanso. Con una inversión modesta generó un impacto relevante, en una ciudad que ya contaba con más de 23 m2 de área verde por habitante, el doble de lo recomendado por la OMS.
Urbes como Lima, con sus escasos 3 m2 de área verde por habitante o Ciudad de México, con sus poco más de 5 m2 de área verde por habitante, pueden valerse del urbanismo táctico para, por ejemplo, quitar espacio a los automóviles o usar áreas subutilizadas para generar jardines o espacios para sentarse, ampliar ciclovías o zonas peatonales, contribuyendo a la calidad de vida de la población.
La cantidad y calidad del espacio público es fundamental para elevar la calidad de vida en las ciudades, pero solo podrá ser el producto de cambios en los hábitos de movilidad y sus instrumentos, que acaparan el espacio urbano disponible, en detrimento de la salud, la formación de tejido social, la eficiencia y economía de las comunidad.
En términos militares, la táctica se supedita a la estrategia y no habrá efecto trascendente de acciones aisladas frente a una estrategia fallida. La acción debe tener concierto y objetivo, debe resolverse de forma integral y progresiva, con visión sistémica. Atacar el eje del problema para aprovechar eficientemente los escasos recursos de acción.