Lima, Perú.
Cuando Ruth Glass acuñó el término “gentrificación” a comienzo de los 60s para describir el desplazamiento de habitantes de barrios obreros por otros de mayores ingresos o artistas, como expresión de un cambio cultural o del aprovechamiento de un diferencial de renta, como otros explicaron usando el mismo término en las décadas siguientes, no podía imaginarse que esa palabra podía asociarse a los cambios que traería una pandemia más de medio siglo después.
Como muchos lo plantearon, el encierro familiar en viviendas pequeñas y la incorporación del trabajo como una actividad cotidiana en el hogar está generando nuevas demandas entre la población que puede permitirse cambios. Aquellos que pueden teletrabajar y financiar el cambio están apostando por conseguir nuevas viviendas de mayor tamaño, con terrazas, patios o jardines, principalmente en la periferia de las ciudades, donde los precios por m2 son menores.
Corredores inmobiliarios de Nueva York están reportando incrementos superiores al 10% de la demanda de viviendas en la periferia. En Londres se calcula que un 5% de la población puede desplazarse a la periferia en los próximos 24 meses, mientras en España al interior de las ciudades se ha estimado a partir de junio de este año un incremento de la demanda de chalés (+36%) y adosados (+24%), mientras hay un importante aumento de la demanda sobre inmuebles de la periferia (+30% de la demanda si se compara enero con julio 2020).
Este incremento de la demanda de vivienda en, por ejemplo, los pueblos de la Sierra de Madrid, se satisface en principio con un stock de viviendas vacantes o segundas viviendas vacías, resultando en una reactivación económica local deseable; sin embargo, si el teletrabajo no se convierte en un episodio aislado sino que se implanta como una modalidad permanente, la demanda se mantendrá y se incrementará la presión sobre los precios de la vivienda en estas localidades y sobre sus habitantes previos. Podríamos estar por ver un proceso de gentrificación en localidades de la primera periferia de las ciudades principales.
Alcaldes como, por ejemplo, el de Miraflores de la Sierra, a una hora de Madrid, ya han comenzado a pedir al gobierno central refuerzos en seguridad ciudadana, transporte y asistencia médica, mientras señala que ya no quedan viviendas disponibles en su pueblo. Sin embargo, habitantes con mayores ingresos podrían estar por llegar en los próximos meses y años, generando nuevos efectos colaterales no deseados de este 2020 tan particular.