Y ahora, ¿qué hacemos con los estacionamientos?

CDMX, Mexico.

En la década de los 90 ya nos hicimos esta pregunta en el Instituto de Estudios Regionales y Urbanos (IERU), centro de investigación de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela. Recuerdo siempre el tajante análisis del Dr. Lorenzo González, que ya profetizaba: entre un tercio y la mitad de la construcción de nuestras ciudades corresponden a espacios para el vehículo privado.

Muchos de los instrumentos de planificación urbana latinoamericanos que regulan la cantidad de estacionamiento, establecen al menos un puesto por cada 30 a 40 m² de construcción para los usos de oficinas y comerciales y, para el residencial, un mínimo de un puesto estacionamiento por unidad de vivienda. Estos indicadores tienen más de 40 años de vigencia. Con las nuevas tasas de motorización se exige incluso en algunos casos hasta dos puestos de estacionamiento por vivienda.

Si se considera que cada puesto estacionamiento requiere entre 25 a 30 m² entre el propio cajón y el área de circulación, determina que la proporción estimada por el Dr. González es totalmente acertada. Ello se agrava, cuando el requerimiento de estacionamiento para un mismo vehículo se replica por cada uso al que se moviliza: residencia, lugar de trabajo comercio, ocio, etc.

El Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) en su estudio “menos cajones, más ciudad” de 2014, sobre el estacionamiento en la Ciudad de México, concluyó que 40% de lo que se construye se destina al estacionamiento.

En colaboración con un proyecto inmobiliario con mezcla de usos comercial, institucional y residencial en la Zona Metropolitana del Valle de México, adyacente a un centro de transferencia y estación terminal del Metro, la proporción del área de estacionamiento representa cerca de 25% del total del área construida. El desarrollador ha evaluado desistir en la construcción de mayor cantidad de unidad de viviendas, pese a tener posibilidad de hacerlo, por cuanto implicaría mayores requerimientos de estacionamiento e incrementaría sus costos de inversión. Ello en contra del déficit de vivienda de la zona, la baja tasa de vehículos por familia y que la mayor parte de la población se mueve en transporte público.

En 2013, en una entrevista a Stone Librande, el principal diseñador del videojuego SimCity, reflexionaba quehabía demasiados estacionamientos en el mundo real” y de aplicar los índices requeridos “haría el juego “aburrido”, con lo cual decidieron reducir los estacionamientos. Hasta los “videojuegos que representan lo urbano” se han percatado que hay un problema con la cantidad de estacionamientos.

Debido a la pandemia, los dueños y concesionarios de los estacionamientos están evaluando nuevas fórmulas de negocio por las bajas tasas de ocupación. Entre las nuevas tendencias destaca la colocación de contenedores o espacios para la elaboración de alimentos Dark Kitchens (cocinas fantasmas u oscuras). También, en respuesta a la nueva demanda logística de espacios más céntricos para la distribución en la última milla, se han incorporado las Dark Stores (tiendas oscuras) como centros de distribución para las ventas on-line. 

Ante tanta “oscuridad” que nos ha dejado la COVID-19, es momento de repensar la ciudad y responder a lo que realmente demanda la realidad de estos tiempos. Por ello, urge revisar los requerimientos de estacionamiento en la legislación urbana, e incorporar instrumentos flexibles que permitan dar usos alternativos de estos espacios durante esta temporalidad impuesta por la pandemia (que se mantendrá por varios años).

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