Movilidad en Tren: la menor huella de carbono

CDMX, Mexico.

Internacionalmente la participación del transporte en la generación de gases de efecto invernadero (GEI) representa entre un 20% a 25%, constituyendo uno de los sectores de mayor emisión de contaminantes.

En México, el segundo mayor emisor de GEI es el sector automotor (con 22%), antecedido sólo – irónicamente – por la generación de energía eléctrica. Además, México es el principal generador de GEI de Latinoamérica y se ubica entre los 15 países con mayor emisión de contaminantes.

La huella de carbono representa el principal indicador que estima la generación de emisiones directas o indirectas de GEI por un individuo, organización, empresa o sector.   Los GEI se miden en gramos de dióxido de carbono equivalentes (CO2eq).

La metodología desarrollada por el Departamento de Estrategias Comerciales, Energéticas e Industriales del Gobierno del Reino Unido en 2020, en su “Reporte de GEI: factores de conversión 2019”, concluyó que el modo de transporte más eficiente, después de caminar y andar en bicicleta, es el tren eléctrico.

La metodología advierte que la generación de emisiones según el modo de transporte, dependen de la distancia y el tiempo del viaje, la fuente de generación eléctrica y la cantidad de pasajeros que se movilizan por modalidad.

Según una estimación del portal Our World in Data sobre este estudio (octubre 2020), tomar un tren en vez de un automóvil, para distancias menores de 1,000 km, reduciría las emisiones en cerca de 80% y, con respecto a un vuelo doméstico, la disminución sería de 84% aproximadamente.

A modo comparativo, la huella de carbono de un pasajero por kilómetro viajando en un tren de largo recorrido en Europa, es de apenas 6 gramos de dióxido de carbono equivalentes (CO2eq), contra 255 gramos de un vuelo doméstico. Un pasajero en tren ligero o tranvía urbano genera 35 gramos por Km y un autobús urbano 105 gramos.

En enero de este año, la Corporación Nacional de Ferrocarriles de Pasajeros, comercialmente denominada AMTRAK, que administra la red estatal interurbana ferroviaria de EEUU, presumía en sus redes sociales que los 32 millones de clientes movilizados en 2020 evitaron emitir 1,400 millones de kg de CO2 equivalentes, al no conducir vehículos automotores, contribuyendo a reducir su huella de carbono al viajar en tren.  

Por ello, la lucha por el cambio climático en materia de movilidad, pasa por apostar en inversiones ferroviarias de alto estándar, el desincentivo del uso de combustibles fósiles y de los vehículos automotores privados, tal como lo ha demostrado Europa.

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