Suzhou, China. Se dice que los smartphones se han convertido en una necesidad. Sin embargo, aquello jamás ha sido tan cierto como hoy en China, cuna del COVID-19, donde el teléfono es cartera, identificación y, recientemente, certificado médico. Esto último ha hecho del smartphone una verdadera necesidad. El nuevo código de salud virtual es imprescindible para llevar a cabo actividades tan sencillas como salir de paseo o ir a trabajar. Sin este no hay vida fuera de casa y la única manera de obtenerlo es a través de un celular.
Pero no cualquier teléfono basta. Se requieren teléfonos de alta velocidad. Sin embargo, la alta demanda ha provocado que estos sean bastante accesibles, con precios que comienzan al rededor de los cuarenta dólares americanos. Jamás dejarán de sorprenderme los limosneros que piden dinero a través del celular.
Antes del COVID19, el teléfono ya era esencial para cualquier habitante del gigante asiático. Pero, en aquel entonces, podías abordar el transporte público o entrar a un centro comercial sin celular. Hoy en día, que puedas hacerlo o no, depende del código de salud, que funciona como un semáforo de riesgo. El verde se reserva para aquellas personas que no han estado expuestas a riesgo de contagio, mientras que el amarillo indica un bajo riesgo y el rojo una alta exposición. Tanto el amarillo como el rojo significan que los portadores de dichos colores deben someterse a una cuarentena de siete días para el primero y catorce para el segundo.
¿Cómo funciona?
Desde hace mas de diez años, China ha estado trabajando en la digitalización de su moneda. Actualmente son pocas las personas que usan efectivo. Como resultado, el gobierno tiene control total sobre la población, pues a través de aplicaciones como Wechat y Alipay, les es posible determinar la ubicación exacta de cualquier persona al hacer un pago, transferir dinero, o enviar un mensaje. Además, estás aplicaciones permiten que el gobierno pueda determinar quienes eran los pasajeros de cualquier medio de transporte, en cualquier momento. Y, ante la posibilidad de riesgo, pueden cambiar el semáforo de miles de teléfonos en cuestión de segundos.
El gobierno Chino todo lo ve. El día ha llegado en el que una pantalla nos permite o no salir de casa. Al parecer Orwell hizo una predicción certera, pues “El gran hermano” ha llegado para quedarse.