Toluca, Mexico.
En la medida que avanza el ejercicio de gobierno y que se ven frustrados, -por negligencia presidencial en el mayor de los casos-, los compromisos o dichos de campaña; se percibe un fenómeno muy particular con sus colaboradores. Y no es que no lo hubiésemos visto con antelación: solo no conocimos los intríngulis de cada una de las determinaciones presidenciales que provocaron la dimisión de algunos muy cercanos, con funciones muy importantes.
Al recordar algunas, es inevitable citar la renuncia de Carlos Urzúa Macías a la Secretaría de Hacienda por motivos de discrepancias de política económica en Julio de 2019; la de Germán Martínez al IMSS por cuestionar los recortes presupuestales a la institución; Simón Levy como Subsecretario de Planeación y Política Turística por motivos personales; Asa Ebba Chistina Laurell a la Subsecretaría de Salud por diferencias con el Secretario del Ramo; Javier Jiménez Espriú a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por evidentes inconformidades por ceder el control de aduanas a Marina; Jaime Cárdenas al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, al denunciar inacción de las autoridades ante las denuncias realizadas por robos y despojos de bienes en su responsabilidad; entre muchos otros funcionarios públicos que han tenido la necesidad ética de dejar los encargos por diferencias con la ejecución de las políticas públicas y el común denominador de la particular interpretación de las normas del presidente.
Y es que vale la pena citarlos, porque en estos últimos días han sido muy notorias las diferencias del titular con dos personajes cercanos y no son los únicos; la Secretaría de Educación Delfina Gómez y el Subgobernador del Banco de México Gerardo Esquivel.
La primera, con la carta responsiva para firma de los padres de familia como parte de los requisitos para llevar a sus hijos a clases presenciales, presentada como requisito en la mañanera del 12 de agosto del presente año por la propia Secretaria de Educación y con el presidente viendo el power point donde se enlistaba dicho requisito como parte del decálogo – ahora ya de nueve puntos- recitado frente a él sin que se haya inmutado por ello. Dos días después, el presidente colérico emite una serie de desafortunados comentarios sobre quien o quienes hicieron la propuesta y la incluyeron como parte de la implementación sanitaria del regreso presencial a clases, desacreditando incisivamente a los responsables.
Para el caso del Subgobernador del Banco de México, quien el pasado 11 de agosto aclaró en Twitter al presidente que no es posible ocupar para el pago de deuda los 12 mmdd que el Fondo Monetario Internacional otorgó al Banco de México como Derechos Especiales de Giro, ya que no son una moneda, sino un activo de reserva internacional y que por mandato de Ley no se pueden usar para pagar deuda, el mismo presidente lo estratificó como “ultra conservador”, un plus más de como se refiere a sus adversarios u opositores políticos.
Para los dos casos, a pocos días de los sucesos, lejos de tomar posturas en defensa de su trabajo institucional, de conocimiento técnico en su especialidad, del respeto a su autonomía laboral y de respeto a la normatividad en la materia, han decidido, para el caso de la Secretaría de Educación, sumarse a la estrategia implementada para desacreditar la existencia formal del documento en cuestión culpando a los medios de su difusión, mientras que el Subgobernador decidió responder con la frase “En democracia, el disenso no siempre es confrontación. La deliberación pública siempre será bienvenida”; que le ha valido una gran inconformidad entre sus seguidores en Twitter.
La importancia de las remembranzas anteriores radica en que hoy la “técnica no está al servicio de la política”.
De nada le vale el discurso presidencial donde dice tener a los mejores hombres y mujeres en su gabinete, a los más honestos, a los más preparados –aunque se contradiga acusando a los que estudian en el extranjero de aprendices de rateros-, a los que han sufrido como víctimas de la corrupción en la Administración Pública y demás adornos de dicho si las políticas públicas no son diseñadas por especialistas en el tema de atención. Entonces parece que los servidores públicos están para justificar las decisiones tomadas por una persona que de manera natural no es experto en todos los temas.
Con lo anterior quedan en entre dicho muchos pilares fundamentales del Gobierno de México: Ni son los mejores hombres, ni los mejores técnicos, ni honestos, ni son políticas públicas resultado de diálogos circulares, ni hay certeza de los resultados que darán en su implementación, ni del costo financiero para realizarlas; por el contrario, son los dichos de un solo hombre o en el mejor de los casos, de un grupo de personas carentes de ética institucional, académica y profesional que profesan devoción al culto al caudillo.