Ourense, España.
La familia unida jamás será vencida, la familia es lo mejor, la familia es la que realmente te apoyará siempre,…. Para eso está la familia… No te puedes fiar de las amistades pero sí de la familia, …
Cuántas maravillas hemos escuchado a lo largo de nuestra vida sobre lo importante que es la familia: padres, hijos, hermanos, abuelos, tíos ,… ese grupo humano que, realmente, no hemos elegido. Nos han hecho creer en un ideal inexistente. En muchas ocasiones la familia impone sus mandatos, sus tradiciones e incluso sus traumas, y no deja que cada miembro del “clan” se desarrolle de forma independiente, con sus propios intereses, valores o ideales.
Muchos padres, aún hoy, pretenden que sus descendientes sean una versión mejorada de ellos mismos, negando que la realidad que vive la juventud es otra y no la suya, negando que los hijos son personas diferentes. El hecho de ser madre, padre, abuela o abuelo no exime de poder ser una persona irascible, déspota o manipuladora. Y el parentesco, sobre todo si se acompaña de cierto grado de autoridad, se presta a conductas abusivas, donde se cronifican las relaciones irrespetuosas y muy desiguales.
En mi trabajo como psicóloga encuentro realidades diversas: hijos que no pueden desarrollar una vocación clara y manifiesta porque los padres no la consideran suficientemente prestigiosa; abuelos supeditados al chantaje emocional de los hijos para poder disfrutar de la compañía de sus nietos; hijos con sentimientos de culpa desproporcionada y continua porque sus progenitores les recuerdan a menudo que no cubren sus expectativas; padres incapaces de satisfacer los caprichos de unos hijos anclados en la desidia y la queja continua.
Es impactante hablar de este tipo de conductas y relaciones cuando se trata de nuestra familia. Es doloroso. Pero hacernos conscientes del tipo de relaciones que tenemos establecidas nos permitirá mejorarlas y, si no es posible, al menos podremos marcar cierta distancia de seguridad.
Me pregunto ¿ cuantas personas viven la vida que quiere su familia y no la que deciden ellas mismas?. No es fácil desprenderse de unas ataduras que llevamos desde la infancia pero interesa reflexionar sobre ello, desde nuestro presente como personas ya adultas.
“Dónde quiero estar, y dónde y con quién ya no quiero estar”