Merida. Yucatan.
Una constante cuando alguien no avanza o logra sus sueños es porque siempre está limitado por sus miedos, y si lo vemos fríamente, el miedo es la reacción a una situación que en muchos casos aún no sucede.
El miedo nos paraliza, pero si lo piensas un poco, el miedo no existe, ya que es el temor a un escenario que solo tu cerebro dibuja, es imaginar que algo malo puede suceder como consecuencia de alguna acción.
Aun sabiendo muchas veces que podemos obtener grandes beneficios si enfrentamos nuestros miedos, nos limitamos a nosotros mismos. Por eso siempre digo que el miedo estará ahí; en general, todos tenemos miedo y tenerlo es bueno, el hecho es que tenemos que ser más valientes.
Yo he tomado muchas malas decisiones y una que otra buena, sin embargo, he aprendido que las decisiones no son ni buenas ni malas, simplemente son decisiones y si nos equivocamos, podemos ajustar nuestra vida como el famoso sistema Waze. Lo peor que podemos hacer es quedarnos inmóviles por el ¿qué pasará?
Una de mis decisiones más importantes, fue cuando me ofrecieron una gran oportunidad laboral en la ciudad de México, quizás la oportunidad por la que me había preparado tanto tiempo, y que a mis 30 años tenía que decidir, entre perseguir mi sueño con los beneficios que existían, o quedarme en la ciudad que tanto amo, Mérida Yucatán. Cabe mencionar que es una de las mejores ciudades para vivir en México. Iba a dejar mis amigos, que eran parte de mi familia escogida, mi comida, y bueno, en general, mi mundo, para perseguir un sueño. Podía ser que no funcionara, no era la primera vez que abandonaba mi zona de confort, pero esta vez estaba muy consciente de que si funcionaba quizás no habría retorno.
Claramente mis miedos salieron a luz “¿Qué pasa si no funciona? La gente de la CDMX es más difícil, ¿dónde vas a vivir?, ¿y si la riegas y te echan? Muchos de los que se han ido a México se los come la ciudad y regresan fracasados”, me decía a mí mismo. Para serles honestos, no soy una persona de mente débil, y muchas preguntas eran contestadas con un toque de hasta arrogancia, sin embargo, eso no quitaba que el miedo siempre estuviera ahí.
Al ser una persona sin medios económicos sobrados, que no contaba con colchones salvavidas si la regaba, estaba como decía mi querido chapulín colorado “¿y ahora quien vendrá a ayudarme?” En ese momento no tenía mucho tiempo para tomar la decisión.
Así que usé mi receta secreta, que me funcionó y ahora la uso cada vez que tengo que tomar decisiones, llamémoslas “complicadas”. Decisiones que me generan miedo, porque les garantizo que ese sentimiento sigue ahí, incluso es parte de lo que me mueve.
Me hago esta pregunta “¿Qué es lo peor que puede pasar?” Si la respuesta es algo que me sienta con la capacidad de solucionar, la siguiente pregunta sería “¿Entonces, a qué le tengo miedo?” Hagámoslo.
Me he dado cuenta muchas veces que lo peor que pueda pasar o las diferentes alternativas no son tan malas. Si tengo la capacidad de corregirlas y puedo tomar decisiones preventivas, mejor aún.
Solo para contarles un poco más del final de mi historia. Durante los primeros tres meses en mi estadía de la ciudad de México, viví en un hotel mientras me adaptaba, y no pase de tener una maleta. En otras palabras, siempre estuve listo para correr si era necesario.
Actualmente ya tengo más de 15 años en esta linda ciudad, solo había que darle la oportunidad de conocerla, o irme con lo que me decían mis amigos, ya que gente buena hay en todos lados. Mi experiencia ha sido exitosa, hasta me casé y tengo dos hijos chilangos, y claramente en el trabajo tuve confianza en mí y ascendí también.
Si no me hubiera aceptado la ciudad, “¿qué hubiera pasado?”, nadie lo sabrá, pero lo que sí sé, es que el hubiera NO existe.
Atrévanse a ser diferentes.
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