Toluca, Mexico.
La reforma laboral de México que prohíbe la contratación “outsourcing” es una pavada que afectará negativamente las fuentes de empleo y reducirá los ingresos de los trabajadores y del fisco.
“NO ME DEFIENDAS COMPADRE”
(dicho popular mexicano que se aplica cuando el defensor perjudica más que el oponente)
Una de las ya demasiadas reformas que ha emprendido el actual gobierno de México, en su estéril afán de trascender en la historia nacional como una de las grandes transformaciones del país, es la que prohíbe la modalidad de contratación de personal “outsourcing”.
Después de meses de ataques durante las conferencias mañaneras, tribuna cotidiana desde la que el presidente mexicano gobierna el país en todos y cada uno de los aspectos de la agenda pública, finalmente se ha publicado la modificación legal acompañada de espeluznantes declaraciones de supuestos beneficios a los trabajadores.
La titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) del gobierno federal ha dicho:
- “No se perderán empleos”:
Pero la reforma se aplica en medio de la peor recesión económica mundial desde “la gran depresión” (FMI) dejando a millones de trabajadores que tenían vínculos laborales con las Outsourcing literalmente en la calle, sin compromiso de contratación en las empresas que los ocupaban indirectamente, dando oportunidad forzada a reestructurar la planta laboral con base en expectativas económicas nada halagüeñas. A las más de un millón de empresas mexicanas cerradas en el curso de la pandemia, se sumarán algunas de las más grandes empleadoras del país por instrucciones del gobierno, pues según STPS el outsourcing representa 6,000 empresas y 5 millones de empleos.
- “Habrá un incremento de 100 mil millones de pesos en (reparto de) utilidades”:
Primero, si hay utilidades. El reparto de utilidades es forzoso en México, desde antes de la reforma la ley establece que las empresas deben repartir ineludiblemente el 10% de la utilidad financiera resultante de cada ejercicio entre sus trabajadores, los que tengan, uno o mil. De dónde sacan que habrá un incremento, si el porcentaje repartido no cambió. Tampoco habrá más utilidades durante lo peor de la crisis, aunque eso es circunstancial.
- “Se va a recaudar más”:
La fórmula es simple, más empresas = más empleos = más ingresos = más consumo = más recaudación. También lo contrario. Dicen que para evadir impuestos “se inflaban” los costos mediante outsourcing y que las outsoucing explotaban a trabajadores pagando sueldos miserables, entonces grandes ingresos – mínimos gastos = grandes utilidades = grandes contribuciones. Están matando pues, a la gallina de los huevos de oro.
- De lo dudoso a lo imposible.
A través de un comunicado, la STPS afirmó que con base en “un estudio” los trabajadores reciben en promedio 22 días de reparto de utilidades y que con la reforma el promedio será de 57 días. Si las utilidades a repartir siguen siendo el 10%, además suponiendo que se mantenga la utilidad financiera y que “no se perderán empleos”, por lo que el número de trabajadores será el mismo. ¿Cómo es posible que utilidades/número de trabajadores (reparto promedio) resulte ser dos veces y media mayor a mismas utilidades/mismo número de trabajadores?
- De lo imposible a lo ridículo.
El 22 de abril el presidente festejó orgulloso diciendo a los mexicanos que con la reforma “los trabajadores recibirán COMO MÍNIMO 90 días de (salario como) reparto de utilidades”, cuando la ley especifica literalmente el tope de 90 días de salario como reparto de utilidades como MÁXIMO.
También los empleadores pierden, pero esa es otra historia.