México. La Organización de Naciones Unidas declaró el día de los Refugiados el 20 de junio, ello como en diversos días conmemorativos internacionales, con el objetivo de no olvidar a personas en determinadas circunstancias de vulnerabilidad, y sobre todo para la reivindicación de sus derechos y su protección. Refugio todos podemos llegar a necesitar.
¿Quién quiere salir de su país, dejar sus casas, sus familias o cualquier cosa que los vio crecer por miedo a morir? .
De acuerdo con el último estudio del Programa de la ONU para el Desarrollo, un pilar fundamental del desarrollo humano es la seguridad, de lo que se trata justamente esto de la protección de los refugiados.
De acuerdo con la Agencia y del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, existen en nuestro planeta 25 millones de refugiados, la mayoría de Siria, Afganistán y Sudán del Sur, aunque cabe señalar que el caso de Venezuela es un caso paradigmático ya que se calcula que la “dictadura” de Hugo Chávez, continuada por Nicolás Maduro, ha provocado un desplazamiento de más de 4 millones de personas.
Hoy en día, nadie con un mínimo nivel de humanismo podría atreverse a cuestionar la necesidad de proteger a los que huyen de sus países por un temor fundado, sin embargo, las circunstancias particulares de algunos, varios políticos con discursos populistas y polarizantes, y alguno que otro ignorante, siguen creyendo que los refugiados no pueden ser un factor de desarrollo económico y bienestar social para los países de acogida. Nada más alejado de la realidad, de hecho, un excelente ejemplo de ello es el gran aporte económico, social y cultural de los exiliados españoles que llegaron a México por motivo de la Guerra Civil Española, que por cierto y es motivo de orgullo recordar, el pasado 13 junio se cumplieron 81 años de la llegada del primer buque, “El Sinai”, con españoles huidos a causa de la guerra civil.
Los “20 de junio” al menos, deberíamos reflexionar con empatía sobre los refugiados, finalmente nunca sabemos a quién de nosotros nos tocará tener que dejar nuestra casa, aun sin querer hacerlo, y espero que no seas tú estimado lector.