Talavera de la Reina, España. “Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre.”
Recurro a esta cita de G. Flaubert, recuperada más tarde por Margueritte Yourcenar para sus “Memorias de Adriano”, porque pienso que una vez más en la historia de la humanidad, estamos llegando al fin de una era, el fin de la modernidad y por lo tanto el hombre volverá a encontrarse solo, solo ante su individualidad aunque vinculado a todo lo que le rodea.
Solo, porque el nefasto neoliberalismo le ha ido poco a poco despojando de sus señas de identidad más humanas: la pertenencia al grupo, al vecindario, la solidaridad y la lucha colectiva. La modernidad está ya amortizada; la apoteosis consumista que nos ha llevado al expolio de los recursos naturales y a poner en riesgo la supervivencia del planeta así lo atestigua. Solo, porque esos dioses a los que hemos estado adorando y suplicando como a ídolos de barro, están a punto de abandonarnos no sin antes haber hecho de nosotros unos seres individuales, medrosos, egoístas, sometidos a un mero cálculo económico ( tanto tienes, tanto vales).
Solo porque el dios Estado, arrinconado por la ola globalizadora, ha perdido su capacidad política y la de dar soluciones a las demandas de sus ciudadanos. Ya solo importa, para satisfacer a los mercados, reducir una deuda pública, que se ha ido haciendo insoportable, a costa de recortes en educación, en servicios básicos, en pensiones y en sanidad.
A este extremo de cosas nos han llevado los dioses de la globalización y el neoliberalismo: a la desmaterialización del trabajo, a la falta de expectativas, al endeudamiento, al precariado y a las guerras imperialistas. Estos son los dioses que están a punto de irse, aunque todavía tengamos que sentir por algún tiempo sus manotazos de ahogados, y volveremos a estar solos de nuevo mientras no aparezca por el horizonte un nuevo Marco Aurelio.
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Que lleven la paz que dejan!!