Talavera de la Reina, Toledo-España.
¿Qué queremos expresar cuando utilizamos la palabra “populismo”? Hoy en día, casi de forma generalizada, se utiliza peyorativamente contra todo aquel individuo o movimiento que pretenda cambios radicales y transformación de las estructuras sociales; es decir cambios de calado en el sistema capitalista neoliberal.
Vamos primeramente a poner en contexto lo que fue el origen del populismo como movimiento político. El término populismo fue empleado por primera vez en Rusia hacia 1870 y es una traducción literal de la palabra “narodnichestvo” que a su vez procede de “narod” (pueblo), por lo tanto a los primeros integrantes de esta plataforma política se les denominó “narodniki” (populistas). Dentro de todas las tendencias y teorías que se dieron en el convulso siglo XIX, podríamos decir que fueron el embrión del socialismo en Rusia. Su imaginería política giraba en torno a dos presupuestos: la fe en esa entidad misteriosa llamada pueblo y la fe en sí mismos; su máxima primordial era “ir hacia el pueblo”. Hay que tener en cuenta que este movimiento, -en gran parte espontáneo-, se produce en un momento de penuria generalizada. No había nada de peyorativo en querer salir de aquella situación de miseria provocada por la autocracia zarista.
¿Qué pretenden los populistas de hoy en día? Pues exactamente lo mismo; acabar con situaciones de corrupción. Del manejo espúreo de las instituciones y la miseria creciente. Tampoco, a mi modo de ver, tienen nada de peyorativo estos líderes y sus movimientos. Entiendo que los depredadores imperialistas hagan todo lo posible por denostarlos y derribarlos sobre todo si ven amenazados sus intereses, pero nosotros, ciudadanos de a pie y del mundo, si de verdad queremos cambiar algo sin hipocresías deberíamos arrimar el hombro dejando de lado nuestra visión y confort individuales.
Vienen tiempos difíciles e imprevisibles: “cosas veredes”.