Monterrey, Mexico.
La tecnología avanza en el sentido de la Inteligencia Artificial. Tal vez esta sea la última creación del hombre. Hoy los algoritmos “entiendan” a los compradores mejor que cualquier vendedor. Los hábitos de compra van generando estadísticas, los horarios van encontrando patrones y las preferencias de marcas definen personalidades. Con esta información, que almacena la conducta de cada individuo, el futuro de su consumo se vuelve fácilmente predecible: La persona que está leyendo “Cenicienta” y consumiendo limonada, tiene más probabilidades de padecer Parkinson que aquel que lee “El Quijote”.
En 1998 el mejor jugador de ajedrez del mundo fue derrotado por una máquina: Deep Blue. Esta victoria de una computadora contra Kasparov fue una señal: Los chips, al final, van a superar al hombre. El futuro de las mejores empresas está en generar decisiones que cada día produzcan valor y mantengan sus “Océanos Azules”. Esto, por los métodos tradicionales, es imposible. La gran fuerza de las ventas en línea radica en que la información de cada comprador, gracias a un algoritmo, se convierte en una segunda venta. Después en una tercera y gracias a las recomendaciones en una cuarta.
Millones de compradores que son fieles a la marca de comida “A” terminan comprando los tenis de la marca “B” y los suplementos de la marca “C”. ¿Por qué? ¿A quién le importa? ¿A los de ventas? La idea es que el algoritmo, al final del día, sabe más que todo el departamento de Mercadotecnia. ¿Nos va a llevar esto a perder el trabajo? Puede ser. Una cadena de suministro de valor, funcionando con millones de algoritmos, puede ofrecer a una ciudad los suministros que más necesita (O que cree que necesita). ¿Es posible que los drones sustituyan a los mensajeros? Pregúntale a Jeff Bezos.
El mensaje principal es que si no conoces a tus clientes prepárate para una desagradable sorpresa. Si tu empresa aún no genera tecnología para identificar patrones de conducta bienvenido al final del túnel sin salida. Tu primer desafío es construir una comunidad alrededor de tus productos o servicios. Encuentra el común denominador y empieza a generar una base de datos. Crea un programa de lealtad y descubre los patrones de consumo de tus mejores clientes. En el peor escenario, tu marca desaparece porque alguien le dio sentido de pertenencia a tus seguidores. ¡Cuidado!