Suzhou, China.
No te imagines un oso polar. No pienses en su blanco pelaje y mucho menos en sus ojos negros, que te observan con la mirada fija como si aquel imponente ser supiera que acabas de hacer lo que tendrías que haber evitado.
¿Lo lograste?
Si la imagen del oso polar no cruzó ni un segundo por tus pensamientos, felicidades. Ya puedes dejar de leer estas palabras. Si por otro lado, el oso polar secuestró tu pensamiento, te invito a descubrir por qué y de qué manera este fenómeno te afecta. Seguramente alguna vez un pensamiento, una canción o alguna frase ha secuestrado tu mente de la misma manera.
Algunas veces sucede tras haber escuchado una canción, leído un libro o visto una película. Pero ¿que hay de todas aquellas veces en las que el pensamiento emerge “de la nada”?
Aquellas veces en las que ni siquiera puedes recordar dónde escuchaste, viste o sentiste aquello que ahora no puedes sacarte de la cabeza. Es posible que hayas llegado a pensar que se te acaba de ocurrir la próxima gran idea o melodía, tan solo para después prender la radio y recordar su proceder, pero lo cierto es que la mayoría del tiempo no somos nosotros los que estamos al mando de nuestros pensamientos. Al menos no conscientemente.
El subconsciente tiene vida propia y como prueba están todos aquellos pensamientos que no podemos detener y de los cuales desconocemos la procedencia. Los pensamientos fluyen como un río, arrastrando todo lo que se le echa dentro sin importar que uno lo desee o no. Su contenido se mezcla con los giros y vueltas de la vida, de pronto sacando a la luz todo lo que alguna vez ha caído dentro, osea todo lo que alguna vez hemos visto, escuchado, leído, aprendido, etc. El cuándo y el por qué saldrá a la luz dicho contenido es algo impredecible, así que no te sorprendas si a lo largo del día un oso polar se te aparece por ahí.
Pero, ¿cómo es posible que más tarde, quizás mientras estés cenando, de pronto tu mente decida arrojar al oso polar, o cualquier otro pensamiento en tu cabeza?
El subconsciente es como una antena, permanentemente en busca de señales que detonan pensamientos. Cualquier estímulo, por imperceptible que parezca, puede sacar a la luz todo lo que se ha arrojado dentro del río, y lo hace en forma de pensamientos.
Ya que los pensamientos se convierten en sentimientos, los sentimientos en actitudes, y las actitudes en acciones ¿qué tanto crees que afecta nuestra vida todo lo que consumimos inconscientemente?
Más importante aún, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que el río no nos lleve en la dirección opuesta a la que deseamos ir?
Sencillo. Sencillo pero no fácil. Debemos aprovechar cada momento de lucidez para elegir conscientemente lo que queremos arrojar dentro del río, y tener cuidado con lo que puede caer dentro por accidente. Cómo el oso polar…
¿Qué has arrojado dentro del río el día de hoy?