Toluca, CDMX.
La parca arribó colérica
en un avión hacia América,
desde península ibérica
donde arrasó sin retórica.
Ya acomodada en su silla
escuchó una vocecilla,
era de Marcos Lekuona
que hablaba de la corona.
Decía que la democracia
al poder no le hizo gracia
y no terminó el discurso
cuando le detuvo el pulso.
Ay Juan por poco escapas,
pero la muerte es tenaz
y goza de buena suerte
para acabar con la gente.
De pronto un fedallín
puso a la tranquilidad fin,
pues secuestrara el avión
desviándolo para Sión.
Ahí el espectro le tenía
una bienvenida muy fría,
pues un comando eficiente
le asestó un tiro en la frente.
Y ya obligada a alojarse,
tras el molesto percance,
buscó a quién de valores
en Minerva-hispano hacia honores.
Buscó por todo Tel Aviv,
pero no la pudo hallar,
hasta que dio por hurgar
en los kibutz al azar.
Ahí se encontró a Meirav,
dando cátedra humanista,
y al salir siguió su pista
con su objetivo fatal.
Kampeas primero se asustó,
pero luego le hizo frente,
pues de su abuela sacó
la casta ante la serpiente.
De cara a la muerte maldita
ya nada se pudo hacer
hoy sus ancestros visita
y mira el kibutz florecer.
Del viaje entonces hizo cuenta
con su objetivo a la vera
y resolvió dar la vuelta
hacia oriente tras Carrera.
Y ahí se lo fue a encontrar,
chambeando con unos chinos,
por lo que le fue a informar
que en el cielo hará pininos.
Fue así que ajustó rutas
con rumbo hacia las Américas,
bordeando Océano Pacífico
con un fin muy específico.
Arribando por Vancouver,
después de avión se fue en Uber,
buscando por Sergio Trueje,
que en blockchain hacía un trueque.
Estaba muy ocupado,
calculando beneficios,
cuando al tocar la tecla “Enter”
de un infarto se fue al piso.
En el norte a Echeverría,
fue el segundo que encontró,
que vivir aún quería,
pues no se lo concedió.
Haciendo reingeniería
quiso salir del apuro
mas en la muerte no se fía
y lo atragantó con un puro.
Ya en México halló a Carcaño,
que nunca a nadie hizo daño,
pero aunque sea buena gente
se lo llevó de repente.
Generaciones enteras
mucho lo van a extrañar,
pues no habrá quien hable de ellas
como Edwin supo analizar.
Desde Tijuana al chilango
tuvo que tomar camión,
ya que con esta pandemia
cancelaron el avión.
Ahí se encontró a Vicente,
que andaba de convención
y en “7 pasos” a Ferrio
lo mandó pronto al panteón.
Llegando a la sede del estado
volvió a las altas esferas,
donde sabe que se mueven
Lorenzo, Arnulfo y Gonzalo.
Para su fortuna los halló
con Góngora y González Blanco,
pues todos visitarían
al presidente de un banco.
Esperando el ascensor
platicaban distraídos,
cuando las puertas se abrieron
y entraron para abordar.
Ay desgraciada huesuda
de que eres mala, no hay duda,
a los cinco te llevaste
en descendente desastre.
Y enfiló hacia Metepec,
donde radican los tres
que faltaba silenciar,
para su fin concretar.
Inició con Pedro Priego,
al que el Jeep le gusta un friego,
y aprovechó de un abismo
para arrojarlo en el mismo.
La curva no pudo ver,
porque al la luz encender
fallara la instalación,
que le puso algún chambón.
Luego buscó a de la Paz,
que se creía muy capaz
y cayó mal al espectro
por vanidoso y por necio.
Entonces tendió la trampa,
retándolo en un discurso,
pues al que es muy vanidoso
el ego lo llevó al pozo.
El ridículo fue tal
que murió de la vergüenza,
a ver si otra vida aprende
la virtud de la modestia.
Ya solo quedó Paulino,
que preparaba paella,
con la intención de invitar
a sus amigos a cenar.
Con un soplido fugaz
apagó el piloto al gas,
y con sonora explosión
acabó con su misión.
La muerte muy satisfecha,
de un hecho no se dio cuenta,
que acabar a consejeros
no borraba sus letreros.
Y el legado de lo escrito
no por muerte está proscrito
y así de la vida eterna
gozaron los de Minerva.