CDMX, Mexico.
A propósito del 25 de noviembre, fecha que la Organización de las Naciones Unidas fijó como el Día internacional para la erradicación de la violencia contra la mujer, aunque algo se ha progresado, todavía hay un largo camino por recorrer.
No basta con tener un día que nos recuerde la violencia generalizada en contra de las mujeres, es necesario un cambio de cultura y de estructura ¿cómo podemos conseguir esto? A través de la educación, y no hablo de formación reglada, hablo de educación en casa y de cotidianidad.
Ya la teoría del construccionismo social nos da algunas pistas de cómo se construyen nuestras sociedades. La especificidad histórica y cultural y la forma en cómo nos comunicamos va a determinar en gran medida la realidad social. Si nuestros ancestros han ejercido la fuerza física para someter a las mujeres, es evidente que en este inconsciente colectivo algo habrá de ello en nosotros en la actualidad; si la forma en como nos comunicamos tiende a hacer diferencias de sometimiento y sumisión por parte de las mujeres frente a los hombres, algo de ello habrá en todos nosotros, hombres y mujeres por igual.
En un círculo perverso, hemos alimentado esta violencia que debemos erradicar, no solo por las mujeres, sino por la salud mental de nuestras sociedades, finalmente una amplia mayoría de la población son o fueron educados por mujeres.
En esta dinámica histórica, cultural y estructural hemos normalizado los chistes y comentarios machistas como reflejo de una fatalidad, es decir una realidad que no puede ser modificada y que teníamos que asumir sin cuestionar, hasta que claro, nos alcanzó la realidad y podemos descubrirnos a nosotros mismos en una distopia en la que, por ejemplo, en México, 10 mujeres diariamente son asesinadas, algunas de ellas víctimas de feminicidio.
Me parece que una de las causas por las que no se ha atajado el problema de raíz es porque no se ha asumido la sociedad mundial, como una sociedad machista, esto es, si aparentemente no tengo un problema, no hay nada que corregir, y esto nos mantiene sumidos en la negación de una realidad que derrama sangre diariamente.
Pero no basta con exigir a los gobiernos del mundo que reconozcan y atiendan el problema, hay que ir más allá pues la indiferencia por parte de la sociedad civil también funciona como una forma de complicidad pasiva, pero complicidad, que nos mantiene sumidos en esta indeseable realidad.
No es sino en el cambio de la estructura y la forma de la construcción social donde podemos encontrar la solución a muchos de nuestros males, entre ellos claro está, la violencia en contra de las mujeres.